Dicen que nunca se pierde lo que nunca se tiene. Quizá ese sea el mayor de mis problemas, que yo nunca te tuve, pero aún así
pensé que hasta el último poro de tu piel era mío. Pero ahora sé que me equivoque,
que cada lágrima derramada fue un derroche, también sé que me equivoque al darlo todo, me
equivoque cuando lo entregué todo en una
relación que no tenía ni pies ni cabeza. Lo peor es que lo sabía pero lo seguí intentando, me
caí unas cuantas veces pero aún así me levante,
mi orgullo supo en varias ocasiones que se siente al estar por los suelos, pero
no me importó en ningún momento, porque todo lo que hacía era por ti, por
nosotros…
Y aún así estoy aquí fumándome el último cigarrillo con los
auriculares puestos y con nuestra canción de fondo , las lágrimas vuelven como
fieles compañeras de viaje, te acuerdas cuando dijiste que lo nuestro era para
siempre, me lo juraste, y yo podre ilusa te creí, sin dudarlo dos veces, y un
día el para siempre se convirtió en un adiós, te acuerdas cuando por primera
vez me dijiste que no eras bueno para mí ,que encontraría a alguien mejor que tú y también lo juraste ,pero ahora veo que no es
así ,que cada juramento que me hacías era como intentar tapar el sol con un
dedo, me pregunté en varias ocasiones que hice mal para que lo nuestro acabará
y me he dado cuenta que yo no hice nada que fuiste tú. Tú, con tus malditos
caprichos que hiciste de lo nuestro una rutina, y tú me hacías sentir mal, y yo
como una estúpida pidiendo perdón.
Imposible, pensé, imposible
no podré olvidarte, pero el tiempo lo cura todo, e incluso la mayor herida del corazón.
Es igual que cuando se rompe algún objeto y lo reconstruyes no queda igual, y si
lo contemplas atentamente puedes observar que hay una marca que deja constancia
de haber sido reparado, pero aún así tiene un aspecto favorecedor, como si nunca se
hubiera roto.
No niego que en el momento que me dijiste adiós, quería tirarlo
todo por la borda, porque sentía estar al borde de un precipicio, mejor dicho
al borde del abismo cada vez que te veía,
no sabía si saltar y ponerme a llorar o quedarme quieta y sonreír.
Decidí saltar y
romper a llorar, con cada recuerdo, con cada foto, con cada regalo, con cada
conversación que habíamos tenido, me las releía día sí y día también no lo podía
evitar. Hasta que me di cuenta que no valía
la pena, hundirme en el sufrimiento, no más, ya me había humillado lo
suficiente como para seguir haciéndolo .Elimine tus fotos, tus mensajes e
incluso tu número de teléfono, decidí levantarme y
fingir una sonrisa al principio me costo, pero poco a poco
con el tiempo esa sonrisa ha
dejado de ser fingida y mis ojos vuelven
a brillar como lo hacían antes y viven el presente, porque saben que el pasado
ya no volverá y si lo hace ya no volverá a tener esa misma sensación ,la sensación
de estar enamorada por primera vez.